jueves, 24 de septiembre de 2020

La vuelta al cole con buen pie



Tras un atípico verano, la vuelta al cole en tiempos de covid 19  deja con la duda a muchas familias en referencia al calzado escolar. La despedida del calor implican la necesidad de cambiar el calzado, pero no solo con el objetivo de cubrirnos del frío, sino con la intención de proteger los pies para realizar las intensas actividades del día a día.

En el caso de los niños, es necesario asegurar que sus zapatos están favoreciendo su correcto desarrollo y permitiendo la libertad de sus movimientos. Esta tarea no es tan fácil, porque el hecho de que su pie aumente una media de 8 milímetros cada tres meses implica que, temporada nueva es sinónimo de zapatos nuevos.

Por ello, se ha elaborado una serie de recomendaciones básicas,  que debemos tener en cuenta.


Evitaremos :

-Heredar zapatos. La pisada de cada persona es diferente y usar un calzado ya utilizado por alguien puede alterar su forma de caminar, provocar inestabilidades, etc. Por eso, nunca es buena idea aceptar zapatos de hermanos mayores, primos o hijos de amigos.


- Comprar calzado más grande para que dure más tiempo, pues puede hacer que sus músculos se fuercen en exceso, lo que también puede acabar afectando a su forma de caminar. Los zapatos deben acomodarse siempre al tamaño real del pie del niño, es decir, siempre ser de la talla adecuada.


Es importante:


El calzado debe ser de materiales naturales,como la piel para que el pie traspirare correctamente. Al igual que los calcetines, deben ser de algodón y sin costuras

La suela lo suficientemente gruesa y, en el caso de los niños, siempre plana. Además, tiene que ser flexible y antideslizante.

Contar con una buena sujeción: cordones o velcro para un buen agarre

En definitiva, teniendo en cuenta el desgaste de los zapatos y el crecimiento del pie, siempre es positivo calzar a los niños con nuevos zapatos en cada vuelta al cole. No obstante, para realizar esta tarea correctamente, es de esencial importancia, por un lado, que sea de la talla adecuada y, por otro, fijarse en las características del propio zapato y no solo en el precio.


En último lugar, otra de las cuestiones más importantes a tener en cuenta es que es necesario llevar a los niños al profesional de la Podología una vez al año a partir de los 4 o 5 años, cuando su patrón de marcha ya está establecido, para que pueda hacer un diagnóstico personalizado.